El más reciente Latin America Market Update de Maersk, publicado a principos de octubre de, coloca a la región frente a un escenario de cambios profundos en la logística. Según la naviera, América Latina —y en particular Centroamérica— enfrenta la necesidad de adaptarse a un entorno marcado por cadenas de suministro fragmentadas, presiones de costos y la creciente demanda de velocidad, visibilidad y resiliencia en el comercio exterior.
La actualización resalta que el comportamiento del mercado no puede entenderse sólo desde la perspectiva de los volúmenes de carga. Factores como la inflación global, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, y las inversiones en infraestructura portuaria en la región, están remodelando el mapa logístico latinoamericano.
Desafíos clave: volatilidad y fragmentación
Entre los puntos señalados, Maersk subraya que los clientes de la región enfrentan una alta volatilidad en las tarifas de flete, así como mayores exigencias en cuanto a sostenibilidad y trazabilidad. Esto está empujando a las empresas a digitalizar operaciones y adoptar soluciones logísticas más integradas.
La fragmentación también se traduce en rutas más complejas y una dependencia mayor de la capacidad intermodal (carretera, ferrocarril y cabotaje), especialmente en mercados con infraestructura portuaria limitada. En el caso de Centroamérica, los corredores entre Guatemala, Honduras, Costa Rica y Panamá se perfilan como estratégicos para la conexión con los mercados de Norteamérica y Europa.
Oportunidades en medio de la presión
Si bien el panorama presenta retos, también abre espacios de crecimiento. Maersk apunta que la relocalización de cadenas de suministro (nearshoring) hacia México y Centroamérica está generando nuevas dinámicas de inversión. Sectores como textiles, agroindustria y manufactura ligera están aumentando su presencia en la región, lo que demanda más eficiencia en almacenamiento, transporte y servicios aduaneros.
Asimismo, la transición hacia cadenas más sostenibles ofrece a América Latina la oportunidad de convertirse en proveedor de soluciones logísticas verdes. Para ello, será clave la inversión en puertos más eficientes, energías limpias y plataformas digitales que reduzcan los tiempos de tránsito y la huella de carbono.
Centroamérica como eslabón estratégico
Dentro del informe, se destaca que Centroamérica ocupa un rol bisagra en las rutas marítimas del continente. Con el Canal de Panamá sometido a presiones por los efectos climáticos y los desvíos globales que encarecen los costos, los países del istmo pueden capitalizar su posición geográfica si logran modernizar sus puertos y facilitar los procesos de tránsito.
Para Guatemala, El Salvador y Honduras, esto significa reforzar su infraestructura portuaria y logística, mientras que Costa Rica y Panamá se mantienen como nodos clave para carga refrigerada y transbordos.
La lectura de Maersk es clara: América Latina no puede seguir operando bajo los viejos esquemas logísticos. La región debe acelerar la adaptación tecnológica, apostar por infraestructuras resilientes y aprovechar el nearshoring como catalizador de crecimiento.
En este contexto, Centroamérica tiene una ventana histórica: pasar de ser un corredor de tránsito a un hub estratégico de comercio exterior, siempre que logre resolver sus brechas en infraestructura y coordinación regional.